Prólogo - El lobo plateado

 A ver, si buscas una novela para ir a dormir feliz, vas mal.


No ha habido un solo momento en mi vida lo suficientemente tranquilo para decir que lo que, aunque no te recomiendo hacer, vas a leer te vaya a alegrar el día, a menos que seas un completo psicópata, como un servidor :).


Para intentar ponerte en situación, tengo, o al menos tenía, 17 años, tras un accidente eléctrico (osea me cargué una estación hidroeléctrica entera, pero no entraré en detalles) en el que morí, y como podéis ver, ahí no terminó todo.


Tras abrir los ojos, me encontraba tirado encima de fango, sin nadie a mi lado, era un maldito bebé.


Ni podía hablar ni moverme correctamente, por no decir que estaba totalmente en pánico, pensé que ya me había pinchado algo (era algo totalmente normal para mí en mi vieja vida), incluso, por salir de la situación, pensé que era un sueño, así por un tiempo, hasta que me entro hipotermia.


Más frío, ufff, pensaba que moriría por segunda vez consecutiva en tan poco tiempo, pero como los milagros ocurren, o eso se supone, ya que casi me atropella una carroza.


Entre todo, lo que tenía en la cabeza, antes incluso de si iba a vivir o no, o si me iba a despertar de está mierda de pesadilla, era que por algún motivo me encontraba en el típico cliché de isekai que tanto me hablaba otro esclavo corporat… compañero de trabajo, en el cual me encontraba en el medievo con magia, tetonas exageradamente lascivas y caprichosas, con sus princesas y su rey súper amigable.


Para aclarar, mi vida ni se acercaba a ello, ya de inicios me recogió un maldito comerciante de esclavos, entre todo lo que podría haberme sucedido, morir hubiera sido mejor opción…


<Te extraño hipotermia, vuelve por favor y matame> pensé, pero no podría explicarlo con palabras cuando aún menos podía entender lo que hablaba ese rufián.


Solo sé de él hasta la fecha que está feliz por haberme recogido, bueno, es normal, soy un lingote en estado puro, les importa muchísimo mi opinión y de eso estoy seguro…


Pasé de examinar el interior de la carroza, totalmente llena de jaulas y grilletes, a intentar mover mis extremidades, las cuales aún no había podido mover por culpa del frío extremo al que me vi expuesto.


Osea, que seguía haciendo frio y seguía en un estado de hipotermia, pero intenté mover alguno de mis dedos… Digamos que moví tanto uno de mis dedos que a poco más se me cae de gangrena.


Obviamente jamás había pasado por tanto dolor, solo lo sentía colgando… Asique lloré como un burro, buah buah por aquí y buah buah por allá !qué mi dedo se me cae y el arrugao pasa ese pasa totalmente de mí!


Me enfadé, no por mi estado, sino por como me ignoraba el cabrón, que soy tu mercancía, !qué si estoy defectuoso tú no ganarás dinero, hazme caso!


Así pasó el rato, hasta que el carro paró.


Solo es escuchaba un montón de gente hablar fuera, y yo, con dos cojones, me puse a llorar y gritar súper fuerte atrás, pa´ que el mamerto este que me ha ignorado todo el camino sepa que sigo aquí y que le pienso hacer la vida imposible.


Se escucharon ruidos muy muy fuertes desde afuera, creía que era un disparo, la verdad, no me importaba, como si lo eran o no, mi destino no iba a cambiar porque un chófer a villa-exclavo-de-por-vida muera, alguien tomará su lugar de seguro.


Para cuando se calmó el ambiente, se abrió una de las puertas, estoy seguro que lo hicieron para que coincidiera con el lugar al que daba la espalda, porque no pude ver lo que pasaba.


Y lo peor de todo, escuchaba un montón de voces hablando bastante alto, casi me pitaban los oídos, desorientandome.


¿Qué sucedía a mí alrededor? ¿Quiénes me están tocando? ¿Qué son esos papeles…?


Tras pasarme a otra persona yo caí rendido, no aguantaba más.


Mi dedo… ¿Lo habré perdido? Era lo único que pude pensar.


Y me dormí.





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