Capítulo 1 - El lobo plateado: Los primeros meses

Pasado un tiempo comprendí donde estoy, un orfanato.


Un montón de niños corriendo, inquietos, saludándome de maneras extrañas desde el momento en el que abrí los ojos.


Que malditos pelmas, así cualquiera se hubiera tomado un chute, aunque no era la ocasión.


Todos los niños me cargaron en brazos, yo por su puesto no me lo tomaba a mal, solo ponía mi cara de <¿Por qué a mí? >.


Siquiera en este mundo me gusta que me toquen aunque no se siente mal del todo, se siente como estar en familia.


Cuando terminaron de hacerme algo así como un aupa, me dejaron a cargo de una mujer algo regordeta, de colores grises a la hora de vestir y de un enorme cabello negro canoso, por apodarla de alguna manera la llame la señora cromática del orfanato, un nombre pendiente de patentes.


Y… Coño, que se me pasaba deciros algo de mi dedo, tenía mis dudas si lo perdía o no, pero sigue ahí, mi dedo índice derecho sigue ahí, aunque tengo una cicatriz horrenda que lo rodea de manera completa, aunque ya puedo moverlo al menos.


Ahora que empezaba a fijar en mi cuerpo, tengo una cola, si, entre todo tengo una cola que puedo mover a voluntad, es de color blanco o algo así, parece brillar muchísimo, casi lo confundí con un reflejo del suelo.


Me encanta mi cola, llevo moviéndola un ratito para ver como se mueve, es súper ancha y casi del tamaño de mi torso, al menos no es la típica que tienen los feos caniches o de las que parecen estar cortadas, es como esponjosa y peludita, me encanta.


Tras una hora moviendo la cola de un lado a otro, la señora cromática me empezó a tocar las orejas, como diciendo que también tengo esto aquí y lo estoy ignorando.


Entonces, con una mano, agarré mi oreja. No había nada allí, ¿pero ella me estaba tocando la oreja, osea, tengo las orejas encima de la cabeza y no a los lados? ¿Que soy, un perro?


Espera, espera, que tengo pelaje, ¿no me he fijado porque es muy blanco? Dios, que mis manos también, que son diferentes.


Ya me he dado cuenta, debo de ser una especie de perro con cuerpo humano, por favor, un aplauso que me ha costado lo mío caer en ello.


La mujer seguía entreteniéndose, ahora hasta me empezaba a acariciar mientras me decía un montón de cosas… ¿Como que `michi´? Me acaba de llamar `Michi´… !NO SOY UNA MASCOTA!


Como todo ser racional, le mordí fuerte la mano, o eso pensé, ya que no tengo dientes… ¿Me los han arrancado? Aunque bueno, ¿Tenía antes?


Pero ella seguía acariciándome mientras decía – michi, michi - … Que mujer más molesta, no capta la indirecta de <¿si te intento morder no crees que es porque no me gusta el nombre?> Pero na´, esa mujer no se entera, no debe de ser muy lista.


Pasó un rato y la mujer se levantó de su enorme sillón y me colocó en algo así como una cuna.


Los hechos se repetían cada día igual, me levantaba un poco antes del amanecer, intentando escapar de esa jaula para niños, sin mucho éxito, jugaba un poco con mi cola, me obligaban a comer, los niños me maltrataban psicol… jugaban conmigo (una vez me usaron de pelota, fue horrible), la mujer me cogía en brazos y me empezaba a acariciar durante unas horas (pensé que mi pelaje se iba a caer de tanto frotarlo) y luego me obligaba a comer de nuevo para acabar poco después en aquella jaula.


Esos días se repetían más que el puré que me daban, súper amargo y ácido ¿Aquí no saben cocinar para los bebés o qué?


Pero hubo algunos días especiales, como en los que me lavaban… Digamos que había mucha diferencia entre la fuerza que tenía yo y los demás niños, ni entre todos ellos podían moverme a la hora de negarme a un baño, si es un no es un no… Hasta que la señora cromática venía, me ponía un collar, uno de descargas por supuesto, y me obligaba a meterme en el baño por propia voluntad… ¡Eso es maltrato maldita bruja!


Otros días me planteé cuanto tiempo tardaría yo en crecer, no sé muchas cosas de este lugar, quien sabe si creceré como en mi vida pasada, lo que más me aterraba era no poder usar el conocimiento que tenía antes y aplicarlo aquí, osea, la física y las matemáticas no cambian… ¿Verdad?


Por lo que decidí comprobar un poco…


Yo siempre andaba soltando muchos pelos, asique… Los empecé a almacenar. Los pelos más largos eran los de mi cola, lo cuales trencé repetidamente hasta hacer pequeño hilo, que parecía bastante fuerte.


Tras escapar de mi cárcel infantil, por la noche, coloqué unos cuantos de esos hilos en las dos puertas ambos lados de la habitación, lo suficiente para que no se noten mucho y a la suficientemente altura para hacer que todo el que pase, tropiece.


Por la mañana, la señora cromática estaba contenta (yo a estas alturas ya entendía un poco lo que decía ella y los niños, aunque no más que al nivel de un párvulo), algo decía ella de haber traído un niño en brazos.


Osea, justo el día donde hago la primera travesura ella tiene que traer a alguien aquí, tenía que apresurarme a quitar los hilos, sino ella podría caer y matar al niño…


Al menos conseguí quitar los hilos a tiempo, pero la señora, que por supuesto me vio, me señaló los hilos como una travesura peligrosa y que no la hiciese de nuevo, pero que estaba feliz conque me hubiera dado cuenta yo solo, asique por primera vez, me dejó probar otra cosa, me dejó lamer una barra, de lo que creo que es caramelo, durante un ratito.


El mejor sabor que he probado hasta la fecha, no solo de la vida pasada, sino de esta también, estaba feliz de no haber dejado que ella cayese, creo que estoy empezando a comprender lo que quiere enseñarme esta mujer y creo que lo aceptaré, aceptaré esta forma de vida.


Para cuando terminé de dar los lametazos, dije “gracias” en su idioma, eso casi hace que el niño (humano) que tenía en brazos se le caiga.


Sorprendida, fue a llamar a los otros niños.


Según los niños decían, se supone que la gente como yo suele tardar bastante tiempo en decir sus primeras palabras, por no decir que suelen tener pocas habilidades a la hora de hablar.


<Ja, novatos, ¿que no veis que yo soy un genio en el cuerpo que veis aquí? ¿Pa´cuando un altar, eh?> Pensé con una sonrisa satisfecha…


Asique para continuar el espectáculo, decidí continuar hablando, ya no solo con simples palabras, sino con frases, usando palabras que ya no eran tan comunes aquí y que apenas habían escuchado de la señora cromática.


La señora no encontraba donde caer rendida, me llamaba prodigio y empezaba a decir que yo salvaría el orfanato…


¿Salvar al orfanato…? Que tan mal suena eso… Suena a lo típico que te dice tu jefe de por el bien de la empresa, nos vemos obligados a… y luego viene la típica palabra tabú despedirte.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Capítulo 3 - El lobo plateado: Lugar desconocido

Capítulo 12 - El lobo plateado: Nuevo amanecer